Ganar la batalla cultural

COLUMNAS
12 de Mayo de 2013

Ganar la batalla cultural

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Doctor © en Historia. Académico de Historia Política de Chile Contemporánea en el Depto. de Historia, Universidad de Concepción. @MonsalvezAraned.

Si las cifras económicas en el país son alentadoras, la economía nacional está creciendo, tenemos “pleno empleo” y hemos derrotado la cesantía como tituló tiempo atrás El Mercurio, entonces, ¿dónde está el problema del actual gobierno y su bajo apoyo en las encuestas? ¿Por qué el actual mandatario tiene poco respaldo y credibilidad en la población?
Si como han planteado desde el oficialismo, la derecha y sus actuales candidatos presidenciales, la actual administración es una de los mejores de la historia, cumple, hace la pega y ha realizado cambios y transformaciones que los otrora gobiernos concertacionistas no lo hicieron o atrevieron ¿Dónde está el problema? o mejor dicho ¿Cuál es el campo en disputa?
A nuestro juicio, el problema no se circunscribe al campo económico (sin desconocer aquello), como lo pretende la derecha (crecimiento económico, empleo, consumo, bienes materiales) sino al ámbito político y sobre todo cultural; es decir, aquel espacio en el cual las personas elaboran símbolos, signos, se instituyen prácticas, valores, conductas, se va significando la realidad sobre la base de un determinado lenguaje y conceptos que definen lo que es posible e imposible, permitido o prohibido; en otras palabras, el campo cultural constituye aquella creación y producción de sentido.
La batalla cultural por la construcción de sentido, es al mismo tiempo una opción política que conlleva -entre otras cosas- combatir el conformismo generalizado, el avance de la insignificancia, la naturalización de lo social, el discurso del apoliticismo y una democracia que evita el debate y conflicto.
De ahí que la cultura pase a instituirse en un campo en disputa y lucha sobre posiciones disímiles, de producción y distribución de fuerzas y poder, es decir, de construcción de hegemonía al interior de la sociedad. Por eso, las movilizaciones sociales y ciudadanas del último tiempo, más allá de las demandas puntuales que cada una tenga, apuestan de una u otra forma por cambios estructurales a nivel de país, sean estas, nueva Constitución, cambiar el binominal, recuperación de los recursos naturales, AFP estatal, respeto y nuevo trato a los pueblos originarios y educación de calidad, laica y gratuita, entre otros temas.
Por ello, el aspectos cultural es tan importante, ya que constituye un sistema formado por sujetos colectivos y socialmente definidos, los cuales coordinados logran dar vida y proyección a ciertas producciones materiales y simbólicas que forman parte de su universo  ideacional y simbólico. De ahí que, la cultura pase a constituirse en una variable fundamental para los sujetos a la hora de la construcción de un sentido de identidad y pertenencia en vista de su lucha y sobre todo de su liberación y emancipación.
La batalla cultural por la construcción de sentido, es al mismo tiempo una opción política que conlleva -entre otras cosas- combatir el conformismo generalizado, el avance de la insignificancia, la naturalización de lo social, el discurso del apoliticismo y una democracia que evita el debate y conflicto. Asimismo, implica asumir una posición crítica y creativa, que apunte a la construcción de nuevas orientaciones valóricas, de sentido e interpretaciones y sobre todo transformación de la realidad. En otras palabras, y tal como lo señalamos en líneas anteriores, la producción cultural es construcción de hegemonía.
Entonces, la batalla cultural, implica potenciar el pensamiento crítico y un cuestionamiento al sistema cultural dominante como es el neoliberal, el cual tiende a hegemonizar y homogeneizar la sociedad a través de sus aparatos ideológicos (medios de comunicación, universidades, intelectuales orgánicos del sistema), que buscan hacer prevalecer su concepción del mundo, sus valores, su moral para de esa forma seguir acentuando la dirección política e ideológica en nuestra sociedad.
En consecuencia y sin desconocer la importancia de la variable económica, la apuesta  en el actual proceso de cambios que se viven en nuestro país, pasa por ganar la batalla cultural, de sentido, de construcción y de relaciones sociales, que no se remite exclusivamente a la acumulación de fuerzas en el terreno electoral (ganar una elección más o llegar al gobierno), se trata de avanzar en la construcción de una auténtica nueva mayoría social y política (bloque o frente) capaz de dar sustento, fuerza, y sobre todo logre combatir para transformar no solamente lo visibles, sino aquellas relaciones (redes) invisibles de poder, que se esconden en las cosas materiales y que hasta el día de hoy han impedido generar los cambios de fondo en nuestro país.