Haz tú si gustas una lectura osada;
tú, la de los muslos frescos
en pleno placero mediodía.
... Rocételos con mano temblorosa y
nada dijiste, solo matarme con la mirada
olvidando esconder la sonrisa.
Bajé la vista hasta el delta de tu misterio
y al volverla a subir supiste me tenías.
Hoy solo espero la lluvia del encanto,
aquella a mi desierto
prometida.